Ella pensaba que todo estaría bien.
Jugar no es más que divertirse.
Podría ser cualquier persona.
Pronto darían las doce.
La loca, la muerta, la fina, la sátira, la alegre, la tonta.
El poder de crearse y recrearse, y no caer en el dominio de estampas sosas.
Sólo etiquetas rotas.
La levedad del peso del minuto que pasa.
La porcelana fría que sería.
La culta, la histérica, la mansa, la infiel, la perra, la idiota.
Jugar no es más que divertirse y pronto darían las doce.
El viaje sin cartas, sin recuerdos.
El campo magnético.
Átomo con átomo, fusión en movimiento.
Ser aquí y allá, y siempre y nunca.
Y ningún soplido en la nuca.
Ninguna dolencia de anhelos.
La santa, la furia, la sobria, la tímida, la dulce, la intrépida.
Elección, azar o ganas.
Pronto serían las doce, y sin ningún zapato perdido.
Sin rastros, ni remordimientos.
El tono de voz, las manos, las formas, los gestos.
Era dueña de sí, y de si era dueña el momento.
Estaba sola con vos.
Estaba con vos y sola.
De pronto cayó.
Devorada por el viento.
Ahora está atrapada, no recuerda en que encuentro.
En su palma, etiqueta rota.
Jamás dieron las doce…
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