jueves, 28 de junio de 2007

¿Sahara, y qué?



Nos obligaron a andar
Entre la arena, bajo el sol
Atados a los pies de un dromedario
Escondidos en un velo negro

Con suelas tan baratas
Que sentíamos el ardor
Con paso tan aprisa
Que tropezábamos, y tropezábamos

Sed, gritaba alguien

Nos obligaron a pensar
En un paisaje devastado
Y que por eso era inútil mirar para arriba
Mejor concentrarse en las costras de los dedos

Que el agua que llevábamos en la cadera
Era nuestra única fuente
Y que por eso era mejor no compartirla
Sino, no llegaríamos a cargo.

Sed, gritaba alguien

Nos obligaron a creer
Que los látigos en la espalda
Eran un estímulo
Para avanzar

Y que la noche
Nos comería de frío
Por eso no era bueno soñar
Había que estar atento a su mandíbula

Sed, gritaba alguien

Nos obligaron a sentirnos
Desiertos en un desierto
Sin oasis, sin descanso
Y en un destino sin destino

Que las ampollas,
Eran medallas de los valientes
Héroes que se arrastraban
Sin preguntar a dónde

Sed, gritaba alguien

Entonces le tendieron
Un sorbo de cantera
Como si eso realmente
Pudiera callarlo

Menos mal que nunca
Creímos en las obligaciones.
Y aún atados
Seguimos buscando hipocampos.

Sed, se empezaba a oír a coro

2 comentarios:

Anónimo dijo...

(completamente vacio de ideas, dejo este comentario solo por decir "presente" en esta marcha por el desierto)

Anónimo dijo...

No hay desierto si uno se acompaña. La locura siempre puede presentarte a nuevos e interesantes amigos.
Me gustó esta entrada