jueves, 10 de mayo de 2007

la frecuencia en su cabeza


Le sonaban los segundos
El minutero pasaba mudo
Pero franqueaba manifiesto y patente

Le sonaban los segundos
En la arista de los nervios
En cada átomo de su carne animada
Como explosiones magnéticas
Impregnadas de gloria fermentada

Le sonaban los segundos…
Mirando atento el reloj de arena

4 comentarios:

jota dijo...

gracias a "mi" musa... y a tu palabra, mugre, para definir el tiempo.
¿cuándo llegará el día en que te vea vestido de diosa griega? Un Grifo con estilo...

saludos a todos

Anónimo dijo...

hay que dejar de prestar atencion a los segundos, asi evitamos tener que escucharlos mientras nos huyen.

El Perro dijo...

¿Así que para esto era la palabra? Bueno, entonces me siento conforme. No lo había pensado, pero en definitiva, eso es el tiempo: una mugre asquerosa que se nos pega, y no nos deja.
En cualquier momento me compro la túnica.

Gsús Bonilla dijo...

lo malo de los relojes de arena
es que no sabes de donde procede la misma,
pero eso tiene solución.

salu2