Era de noche, una de esas que se prestan para caminar tranquilo, con vientito en la espalda pero suficientemente cálida como para andar en manga corta. Cruzaba por Corrientes y Saavedra y no pudo evitar notar los grillos. ¿Qué le pasaba a la ciudad? Hacía unas semanas esos bichos se habían adueñado de las calles, no era seguro encontrar gente dando vuelta, pero sin dudarlo habría grillos.
Por lo menos no cantan, pensó. Extraños, por demás negros, con alas en la espalda… en realidad no le molestaban, excepto porque tenía que prestar más atención al camino para no pisarlos. No voy a convertirme en asesino por un estúpido insecto.
Hacía un par de días había muerto aquel referente de la patria, casi puerco, casi honesto y entrañablemente carismático. En lo personal no le había conmovido, pero no estaba de más idear una mueca de tristeza cada vez que se mencionaba el tema, a la gente parecía gustarle esa actitud, como si trataran con alguien mas humano, atorado por el flujo de la pérdida y vulnerable al desconcierto. Si, no era noticia, la gente prefiere a las mentes vulnerables, una mueca y un paso a la comunión, no costaba mucho.
Cruzaba Lisandro de la Torre y pensaba en ella, ¿Qué hará, en este momento, en otro lugar, en esta ciudad, con otra gente?. En realidad ya no importaba demasiado, no le aturdía su recuerdo, no esperaba como antes que tuviera antojo de manzanas al mismo tiempo que él para encontrársela en la verdulería, pero por algún motivo su mente estaba decidida a invocarla en cada relámpago de aburrimiento, como para decirle, está ahí, todavía no se fue. Ah, cabeza mía, tu juego preferido siempre fue atormentarme, no te odio, con algo tenés que divertirte, pero todo tiene su precio, cuando llegue a casa voy a leer Artaud, Hegel y Nietzsche, quiero ver como vas a quedar…
Pasando salta paró en un quiosco a comprar cigarrillos, para su sorpresa en la radio pasaban un tema que formaba parte de su dosis anímica cotidiana, uno de esos que nunca pasan en la radio. Le temblaron las yemas de los dedos, y voluntariamente fingió no encontrar el billete de cinco, sabiendo bien que lo guardaba en el bolsillo izquierdo del pantalón, quería quedarse a escuchar el coro. La cara del vendedor lo intimidó, era notorio que pretendía cerrar el negocio, pagó y se fue sin preguntar que estación tenía en sintonía. La vida no es tan mala, por estos momentos, como cuando rara vez en tu cumpleaños te regalan algo que en verdad te gusta sin pedirlo, esas sorpresas que te hacen sentir menos solo, que te hacen pensar que alguien te conoce, que después de todo hay algo en vos que se revela… se sentía iluminado.
Crak, oyó. Miró hacia abajo y si, terriblemente había pisado un grillo. Todavía movía una de sus antenas. Arrodillado para contemplarlo mejor, juró verle una expresión melancólica, a pesar de la poca luz vislumbró como la existencia se desprendía de ese ser tan diminuto, tan aparentemente insignificante. Me mira sin rencor, pero dolido, le quité todo su porvenir, todos los saltos y las calles; pobre de mí, pobre de él, nunca mas va a sorprenderse con una canción en la radio, o con alguien que camine y le regale un hola, un te veo, estás. Chau grillo, perdón, tu vida podría haber sido hermosa.
En medio de su monólogo interno levantó la vista y lo reconoció, el insoportable. Se acercaba con esa sonrisa deforme, que mostraba más dientes de un lado que del otro, con esa mueca que le deformaba los ojos. Compartieron unos años en la primaria, y por eso creía tener el derecho de llamarlo de vez en cuando y de parar a conversar cada vez que se encontraban. Adolfo, se tenía que llamar Adolfo… por supuesto sin considerar que nuestro protagonista pudiera estar apurado, o simplemente feliz, abruptamente impuso diálogo: había conseguido un mejor trabajo, logró que su novia dejara de ver a aquel amigo que no le convenía, empezó un curso de fotografía en el que era el mejor de la clase, su padre le regaló un departamento… después de cinco minutos de esto y de varios ajá desganados, se fue, no si antes invitarlo a una cena de ex alumnos que realizaban cada seis meses. Nunca fui a ninguna, de las diez invitaciones rechacé las diez, ¿es que no se da cuenta? Que vida de mierda, por estos momentos, como cuando en una noche de borrachera se te da por decirle a un amigo que en el fondo sos una persona mezquina y egocéntrica, y el otro, con sus cuatro tragos encima te sopla un: es verdad; esas sorpresas que te hacen sentir tan solo, tan descubierto en basura; y aquel abrazo perdido…
Crak oyó. Miró hacia abajo y si, otro grillo agonizando. Nuevamente se arrodilló y juró que esta vez el insecto le arrojaba una mirada de ironía, le decía gracias. Ya no tendría que aguantar las vicisitudes de la vida, no mas antagonismos, ni decepciones, ni acaecimientos, ni contradicciones, ni insoportables.
No le dijo chau, siguió caminando, pero a los pocos pasos giró y volvió a su víctima.
Por lo menos no cantan, pensó. Extraños, por demás negros, con alas en la espalda… en realidad no le molestaban, excepto porque tenía que prestar más atención al camino para no pisarlos. No voy a convertirme en asesino por un estúpido insecto.
Hacía un par de días había muerto aquel referente de la patria, casi puerco, casi honesto y entrañablemente carismático. En lo personal no le había conmovido, pero no estaba de más idear una mueca de tristeza cada vez que se mencionaba el tema, a la gente parecía gustarle esa actitud, como si trataran con alguien mas humano, atorado por el flujo de la pérdida y vulnerable al desconcierto. Si, no era noticia, la gente prefiere a las mentes vulnerables, una mueca y un paso a la comunión, no costaba mucho.
Cruzaba Lisandro de la Torre y pensaba en ella, ¿Qué hará, en este momento, en otro lugar, en esta ciudad, con otra gente?. En realidad ya no importaba demasiado, no le aturdía su recuerdo, no esperaba como antes que tuviera antojo de manzanas al mismo tiempo que él para encontrársela en la verdulería, pero por algún motivo su mente estaba decidida a invocarla en cada relámpago de aburrimiento, como para decirle, está ahí, todavía no se fue. Ah, cabeza mía, tu juego preferido siempre fue atormentarme, no te odio, con algo tenés que divertirte, pero todo tiene su precio, cuando llegue a casa voy a leer Artaud, Hegel y Nietzsche, quiero ver como vas a quedar…
Pasando salta paró en un quiosco a comprar cigarrillos, para su sorpresa en la radio pasaban un tema que formaba parte de su dosis anímica cotidiana, uno de esos que nunca pasan en la radio. Le temblaron las yemas de los dedos, y voluntariamente fingió no encontrar el billete de cinco, sabiendo bien que lo guardaba en el bolsillo izquierdo del pantalón, quería quedarse a escuchar el coro. La cara del vendedor lo intimidó, era notorio que pretendía cerrar el negocio, pagó y se fue sin preguntar que estación tenía en sintonía. La vida no es tan mala, por estos momentos, como cuando rara vez en tu cumpleaños te regalan algo que en verdad te gusta sin pedirlo, esas sorpresas que te hacen sentir menos solo, que te hacen pensar que alguien te conoce, que después de todo hay algo en vos que se revela… se sentía iluminado.
Crak, oyó. Miró hacia abajo y si, terriblemente había pisado un grillo. Todavía movía una de sus antenas. Arrodillado para contemplarlo mejor, juró verle una expresión melancólica, a pesar de la poca luz vislumbró como la existencia se desprendía de ese ser tan diminuto, tan aparentemente insignificante. Me mira sin rencor, pero dolido, le quité todo su porvenir, todos los saltos y las calles; pobre de mí, pobre de él, nunca mas va a sorprenderse con una canción en la radio, o con alguien que camine y le regale un hola, un te veo, estás. Chau grillo, perdón, tu vida podría haber sido hermosa.
En medio de su monólogo interno levantó la vista y lo reconoció, el insoportable. Se acercaba con esa sonrisa deforme, que mostraba más dientes de un lado que del otro, con esa mueca que le deformaba los ojos. Compartieron unos años en la primaria, y por eso creía tener el derecho de llamarlo de vez en cuando y de parar a conversar cada vez que se encontraban. Adolfo, se tenía que llamar Adolfo… por supuesto sin considerar que nuestro protagonista pudiera estar apurado, o simplemente feliz, abruptamente impuso diálogo: había conseguido un mejor trabajo, logró que su novia dejara de ver a aquel amigo que no le convenía, empezó un curso de fotografía en el que era el mejor de la clase, su padre le regaló un departamento… después de cinco minutos de esto y de varios ajá desganados, se fue, no si antes invitarlo a una cena de ex alumnos que realizaban cada seis meses. Nunca fui a ninguna, de las diez invitaciones rechacé las diez, ¿es que no se da cuenta? Que vida de mierda, por estos momentos, como cuando en una noche de borrachera se te da por decirle a un amigo que en el fondo sos una persona mezquina y egocéntrica, y el otro, con sus cuatro tragos encima te sopla un: es verdad; esas sorpresas que te hacen sentir tan solo, tan descubierto en basura; y aquel abrazo perdido…
Crak oyó. Miró hacia abajo y si, otro grillo agonizando. Nuevamente se arrodilló y juró que esta vez el insecto le arrojaba una mirada de ironía, le decía gracias. Ya no tendría que aguantar las vicisitudes de la vida, no mas antagonismos, ni decepciones, ni acaecimientos, ni contradicciones, ni insoportables.
No le dijo chau, siguió caminando, pero a los pocos pasos giró y volvió a su víctima.
¿Qué me decís grillo? No quiero que mi humor sea quien responda, mi mente esta vez no va a jugar conmigo ¿Vos, qué me decís?.
Las antenas estaban quietas.
Las antenas estaban quietas.
2 comentarios:
(puedo decirte algo sin sonar insincero?.....espero que si) hace un par de dias habia pensado que quisas (quisas, tal ves) deberia pasar de nuevo por aca, y tal ves dejar algun comentario..... pase, lei y deje para mas tarde la tarea de comentar... bueno, uno es una eprsona ocupada, no puede ahcer todo de una sola ves...
resulta entonces, que hoy, temprano (10:30 am, para mas precisiones) prendo la computadora, y juntando mucho coraje y esfuerzo (bueno, quisas este exagerando), decido 1) revisar mi blog 2) firmar el tuyo....
entonces, entro, veo tu comentario y me doy cuenta de que me ganaste de mano, que ahora yo te iba a comentar y que todo iba a quedar como un muy careta comentario-respuesta-por compromiso, y no es asi! y no es justo que allas presentido mis esfuersos y me allas tomado la delantera en esto de comentarse, y no es justo que tanto grillo muerto y uno sin pedir perdon y encima se me adelantan en comentarme y encima todo tan calentamiento global que lo unico que queda es buscar una cancion en la radio para allegrar a los grillos y tratar de que el verdulero no nos mate las alas negras y nos corte nuestros comentarios encima........ me fui? .... si, me fui un poco... :)
entonces, nos veremos... mañana mas precisamente (no podras huir de ello!).... besos
y siempre pense en los grillos como los portadores de alguna antigua maldicion biblica...quisas, no se :)
______________________________.gbrl
Bueno, como no tengo otra forma de contactarte te lo digo por acá: ¡Feliz cumple! Suerte, y nos vemos.
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