Ella fue hija de mil putas, y unos cuantos corbatines.
Creció mamando gansos y cabrones, y no era mas que piel y huesos.
Su vida fue un enigma sin trampas, un descuido sin riesgos.
Vivió entre el maquillaje y los espejos, entre encuestas y recados.
Soñaba en ser hermosa y despiadada, callejera y petulante.
Pero no pudo más que cera vieja, sin brillo, sin desgaste.
Hacían ruido sus pulseras, mas sus ojos se callaban.
Se vestía de baúles y su cuerpo no volaba.
Ahora duerme, mansa, mensa. Si es que antes fue despierta.
Será eterna, Época…
Nadie ya muere de pena.
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